Dileando con un blog que no puedo entender...

martes, diciembre 27, 2005

La novela, tan unánimemente celebrada, se llamaba El ocaso y su argumento era muy simple:

"un joven de catorce años abandona a su familia para sumarse a las filas de la revolución. Pronto está luchando contra las tropas de Wrangel. En medio de un combate resulta herido y sus compañeros lo dan por muerto. Pero antes de que las aves carroñeras se ceben con los cadáveres una nave extraterrestre desciende sobre el campo de batalla y se lo lleva, junto a otros heridos de muerte. Luego la nave entra en la estratósfera y se pone a orbitar alrededor de la Tierra. Todos los heridos sanan rápidamente de sus heridas. Después un ser muy delgado y altísimo, más parecido a un alga que a un ser humano, les realiza una serie de preguntas del tipo: ¿cómo se crearon las estrellas?, ¿dónde termina el universo?, ¿dónde empieza? Por supuesto, nadie sabe responderlas. Uno dice que Dios creó a las estrellas y que el universo empieza y termina allí donde Dios quiere. A ese lo echan al espacio. Al resto los duermen. Al despertar el adolescente de catorce se encuentra en una habitación pobre, con una cama pobre y un ropero pobre en donde cuelgan sus ropas de pobre. Al asomarse a la ventana contempla extasiado el paisaje urbano de Nueva York. Las aventuras del joven en la gran ciudad, no obstante, son desgraciadas. Conoce a un músico de jazz que le habla de pollos parlantes y probablemente pensantes.
—Lo peor de todo —le dice el músico— es que los gobiernos del planeta lo saben y por eso hay tantos criaderos de pollos.
El joven objeta que los pollos son criados para que ellos mismos se los coman. El músico contesta que eso es lo que quieren los pollos. Y termina diciendo:
—Putos pollos masoquistas, tienen a nuestros dirigentes cogidos por los huevos."
—Roberto Bolaño: 2666, pág 898-9.